Durante los primeros años nuestros hijos aprenden tanteando el terreno y probando cosas. A través de pequeños actos, nuestro hijo va percibiendo qué está bien y qué no debe hacer. A partir de la edad de 3 años, ya saben ver en otros niños lo que hacen mal y lo que hacen bien: “ Miguel es muy guapo porque me da besos” o “ David se porta mal porque da patadas”. A partir de los 5 y 6 años, los niños tienden a mirar a los adultos y ver en ellos el claro ejemplo de lo correcto: por eso intentan ser como ellos y comportarse como ellos. De esta manera aprenderán mucho sobre valores.
La adquisición de buenos valores depende, como casi todo en la vida de nuestro hijo, de sentirse querido y seguro, de desarrollar lazos estables con sus padres y de tener confianza en sí mismo. Sólo sobre una base de amor y seguridad podrá aprender e interiorizar los valores éticos correctos. Lo más importante: el ejemplo que dan los padres en su forma de relacionarse con los demás, de pedir las cosas, de ceder el asiento, de repartir lo que les gusta, de renunciar a algo, de defender a alguien, etc. Un comportamiento de los padres que transmite tolerancia, respeto, solidaridad, confianza y sinceridad empapa a los hijos de todos estos valores y aprenden a actuar respetándolos siempre.

No hay comentarios:
Publicar un comentario